El fuego quebrado

El fuego quebrado está en vilo, 

se busca las brasas y no encuentra nada.

Ruega al cielo que llueva, que truene y que moje,

que la dicha del día sea igual que la de la noche.

El cielo pausado muere de frío,

en las nubes esconde la marea de lágrimas,

puede ser que el fuego queme en silencio

a las ramas que se apenan del triste mar quieto.

El mar de relámpagos impío,

el dolor del estruendo y el eco vacío,

el cielo le mira de lejos, acerca al fuego:

Toma estas lenguas y haz que en tu boca tiemble.

Haz de la marea un rugido de fuego.

Y a través de la ventana una madre canta:

“Mi niño, mi pequeño, 

mi amorcito bendito, 

duérmete ya, 

duérmete mi niño. 

Ya está, ya se va a acabar:

Es solo el fin del mundo”.

donde la literatura choca con el espacio urbano

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