Sabemos lo nuestro

Quiero tu nombre sobre la piel,
un excedente de la noche perfumada.
Abrigo de la luz y silencio que imagina.
Un roce patético de labios débil y extenuado.
Cómo partir la piedra en tus muslos,
soñar a que estamos todavía despiertos,
absortos en las estrellas y el espacio hueco.

Nutrir de fuego la calma,
estallido obscuro en la bruma,
En tus manos,
en tu índice dibujando mi rostro.
En tus pies benditos,
en el compás que hay en este balanceo impuro.
Te digo o no te digo
Te beso o no te beso
Te quiero o no te quiero.

En tu cabello de mareas y sangre,
En tu figura que revienta la memoria y angustia saliva,
muerte y hambre.
En este silencio —siempre hablas de ninguna palabra
—hayan tus ojos los míos
y los dos sabemos lo nuestro:
no será más.

Así como se apaga una vela,
igual al pobre huérfano,
al perro del pobre poeta,
la muerte nos guarda en vilo —y yo pregunto sin querer respuesta
—y yo no tengo tampoco la voz para decirlo.

En este silencio de ojos rojos y luna llena,
los dos sabemos lo nuestro:
Haya sido lo que fue, ya no será.
el beso de klimt


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