Ya no está,
nunca estuvo.
Fue hoy el ayer,
hoy soy ninguno.
¿Y qué más da?
Ser en el influjo
de la sombra,
antaño sobrio embrujo.
Cuando al sol va
la boca cansada
de ser aire y tubo,
noche interna y punzante.
¿No será ya la hora?
¿En qué momento retirarse?
Ya no está,
y puede que nunca hubo
consuelo al preguntarse
si esto es una forma de luto.
Un aglutinarse,
un sollozo preso
y una almohada gris
mojada.
Con esto dicho,
es guardarse en la espera,
manecillas de pared,
la cuerda tendida sola cuelga.
Ya fue,
es lo que hubo.
Ayer, hoy y lo que venga
no será:
Soy nadie, hijo de ninguno.
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